miércoles, 8 de octubre de 2014

En España se tratan los problemas a la antigua usanza.

     Al igual que en 1803 – época de Carlos IV – se inmunizó a los “amados vasallos” del imperio español transportando la enfermedad de la viruela – que hacía estragos en la población – trasmitiendo la misma de niño a niño cada semana para que la cepa llegara latente a los dominios de América y Filipinas (leer nota), en la actualidad se está tratando a la enfermera Teresa Romero que ha sido contagiada de ébola de una forma muy similar; se le están haciendo trasfusiones de plasma de una religiosa – Sor Paciencia – que superó la enfermedad. Ésta podría ser la mejor solución – aunque no fiable al 100% – por delante del fármaco ZMapp para las autoridades españolas.

     Como he dicho al principio los viejos remedios son los que priman en España. ¿Para que gastarse un montón de pasta en un medicamento que no funciona seguro si se puede hacer lo mismo con trasfusiones de un enfermo que superó la enfermedad?

     A mí personalmente no me gustaría – y supongo que a ninguno de los lectores – estar en la piel de los sanitarios que están tratando a los enfermos. Ni mucho menos de los propios enfermos ni aunque tuviera dos libros de ZMapp o plasma. Lo que sí que creo es que si por una mala casualidad hubiera más brotes – Dios no lo quiera – no habrá plasma ni ZMapp para todos. Así que rezad porque esto se quede en una anécdota, un mal sueño, porque si no lo vamos a pasar realmente mal.

Corbeta María Pita

     Nota: La historia completa sobre el suceso está descrito en la web de 'Muy Interesante'. Un fragmento del mismo lo presento aquí:
»Llevar la vacuna de la viruela al otro lado del mar suponía, sin embargo, todo un reto. Sin sistemas adecuados de conservación ni refrigeración, no parecía que hubiera forma de asegurar la supervivencia de la infectividad del virus. A mediados de 1803, la Junta de Cirujanos de Cámara aprobó su Derrotero para conducir con la más posible brevedad la vacuna verdadera y asegurar su propagación en los cuatro virreinatos de América, provincias de Yucatán y Caracas, y en las Islas Antillas. El ambicioso plan concebía la utilización de una cadena humana integrada por niños sanos que irían siendo inoculados sucesivamente con el virus extraído de las pústulas de los vacunados la semana anterior. Así se pretendía conservar el precioso fluido, en el organismo de aquellos pequeños.«

     @eltiopacote
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